EL PROBLEMA DE LA JUBILACIÓN DE LARRY, O CÓMO EVITAR TENER EQUIPOS OBSOLETOS

Equipos.Larry.ZottarellyHace unos meses leí por ahí una noticia cuando menos divertida: La NASA estaba empezando a tener dificultades para mantener en funcionamiento sistemas antiguos porque las últimas personas que sabían hacerlos funcionar estaban ya jubilándose o habían fallecido. Tal era el caso de la sonda Voyager 1, lanzada en 1977 y cuyo último ingeniero en activo, un tal Larry Zottarelli, tenía ya… ¡80 años! Así que el bueno de Larry había dejado de lado la caña de pescar y estaba formando deprisa y corriendo a personal más joven en aquellos viejos sistemas de control para que la misión continuase, como si de la nueva generación de StarTrek se tratara.

Pero no hace falta irse a tantos millones de kilómetros de distancia para encontrarse con problemas similares. Sin ir tan lejos, algunos de los sistemas de gestión interna de los más importantes bancos y grandes empresas de todo el mundo están trabajando con ordenadores de hace 25 y 30 años (cuando la “obsolescencia programada” aún no se había inventado), programados con lenguajes que en ocasiones son aún más antiguos. Esto provoca que encontrar personal que los conozca y que quiera seguir trabajando con ellos sea cada día más difícil, y que el mantenimiento de esos equipos sea muy costoso.

Esta situación tiene una razón de ser, y no, no es nostalgia por lo “retro”. En primer lugar, esos equipos han demostrado con el paso de los años una fiabilidad casi absoluta, y esto es un punto a considerar para cualquiera que tenga aprecio a sus datos y a los de sus clientes. Por otro lado, cambiar un viejo ordenador por otro más nuevo tiene su coste y sus dificultades (de esto ya hemos hablado otras veces), pero también hay que poner siempre en la balanza los beneficios que obtendremos con el cambio, y que no siempre son suficientes.

Pero el problema principal es que esos ordenadores suelen formar parte de sistemas más grandes, con muchas partes, muy complicados en su conjunto, que han ido creciendo con el tiempo incorporando más y más componentes y funciones, y ya son “críticos” para el funcionamiento de la empresa. Esto ha provocado que pocas veces se puedan renovar con facilidad algunas de estas partes sin afectar a otras. Tanto es así que ningún banco se plantearía substituir de la noche a la mañana un gran sistema de gestión bancaria, por los altísimos riesgos para la operativa diaria que esa tarea entrañaría. Y por eso estamos así.

La gestión interna de las empresas suele ser conservadora, y los cambios no gustan. Además, por la parte técnica existe una máxima en ingeniería que dice algo así como: “Si funciona, no lo toques”. Así que el problema, a medio y largo plazo, está servido.

¿Y nosotros estamos libres de esto? No, para nada… Voy a exponer un caso actual que conozco personalmente: Supongamos que tenemos una impresora matricial de hace 15 años, esa con la imprimimos las facturas, los albaranes y los recibos en papel pre-impreso con nuestro programa de facturación de toda la vida, y en el que están los datos de todos nuestros clientes. Es probable que únicamente podamos tener conectada esa impresora a un ordenador que, cuando menos, será tan antiguo como ella. Y esto sólo porque el cable que los une tiene un conector determinado (llamado “Paralelo”) que hace tiempo que no se fabrica. Además, necesitaremos tener un proveedor de cartuchos de tinta (que por aquel entonces se llamaban cintas) y que ahora cuesta bastante encontrar. También necesitaremos que una imprenta nos provea del papel pre-impreso, y un servicio técnico adecuado conocedor de tales “reliquias”… Pero, ¿qué pasaría si ya nadie fabricase ese papel? ¿O si no encontrásemos dónde comprar esos cartuchos? ¿O si el informático del servicio técnico se jubilase? ¿O si el cable se rompe? Como vemos, cambiar sólo una parte (programa, impresora, ordenador, papel, cable…) puede fácilmente significar que tengamos que cambiar todo el sistema al completo. La cosa se complica, y mucho.

Que un sistema sea antiguo no significa que sea malo, o que ya no cumpla con las necesidades que originalmente se le exigieron… Aunque seguramente significará que no cumplirá con las necesidades actuales. Evidentemente, con el paso del tiempo, pueden plantearse problemas de rendimiento (sobre todo comparándolo con sistemas más modernos) pero no necesariamente de fiabilidad (a veces más bien al contrario). El coste del mantenimiento puede ser creciente en el tiempo, pero puede ser inferior al coste y al riesgo de renovar todo el sistema al completo de una sola vez.

Como vemos, no es un problema fácil de resolver. La vida moderna nos empuja a estar continuamente “actualizados”, aunque esto en ocasiones represente un coste que no siempre podemos o queremos asumir. Hemos de estudiar con sumo cuidado cada caso.

Puede que nos sintamos reconfortados al comprobar que tenemos los mismos problemas informáticos que la NASA o que bancos y empresas de todos los tamaños y de todo el mundo. Sin embargo, esto no nos soluciona nada. Hay que ser prudentes y no olvidar que los sistemas informáticos requieren, como casi todo en la vida, una supervisión, un mantenimiento y una actualización constantes.

Tal vez la solución al problema planteado consista en programar la actualización de nuestros ordenadores, programas, impresoras y demás a lo largo del tiempo (tal vez una vez terminada su amortización), pero siempre antes de que se conviertan en piezas de museo en activo. Distribuyendo la actualización en el tiempo, puede que su coste final sea o no inferior, pero lo que es seguro es que durante todo ese tiempo podrá sacarle más partido a sistemas “medio nuevos” que a sistemas claramente obsoletos.

Y recuerde que en ProdeX, como siempre, estaremos encantados de atender cualquier consulta respecto a este tema. Feliz semana.