OBSOLESCENCIA PROGRAMADA: ¿MITO O REALIDAD?

Obsolescencia programadaVoy a empezar mi blog semanal contándole algo que me sucedió la semana pasada. Un hecho probablemente insignificante podría decirse, pero que me hizo pensar en el tema que hoy voy a tratar. A veces en la vida son las pequeñas cosas cotidianas las que hacen remover el espíritu y nos empujan hacia el cambio.

Y es que el otro día se me rompió mi flamante móvil, un Samsung Galaxy SII de apenas dos años de edad del cual estaba bastante orgullosa la verdad. Funcionaba a la perfección y lo cuidaba y mimaba como oro en paño. Jamás se me cayó en ocasión alguna ni hice un uso excesivo de él.

Cuál fue mi sorpresa cuando un aciago día miré el móvil, como de costumbre, y un horrendo mensaje surgió ante mí cual fatídica premonición… “sin servicio”.

Empezó entonces mi “vía crucis” particular para intentar averiguar qué había pasado.

Lo primero que hice fue comprobar llamando a la compañía telefónica que el problema no fuera de ellos. Luego probé mi tarjeta SIM en otro terminal viejo que rondaba por casa y, efectivamente funcionaba, por lo tanto, tenía que ser el móvil el que estaba estropeado.

Así que me encaminé a mi tienda mov… ya sabe, aquella compañía que se jacta de “moverse por las estrellas”, no voy a hacerles propaganda encima. Cuando entré, una amable señorita me sonreía desde detrás del mostrador con aquella sonrisa bobalicona característica. Al decirle que mi teléfono se había roto inexplicablemente me soltó una frase lapidatoria que me dejó estupefacta, me dijo algo así: “claro que se ha roto, es que ese modelo ya no se lleva” y esbozó una sonrisa al final “¿Qué no se lleva?” pensé yo indignada ¿y quién dicta las normas? ¿Quién decide?.

Salí del lugar sin terminal nuevo y con una escalofriante sensación… ¿habría sido yo una nueva víctima de la obsolescencia programada?.

Para el que no lo sepa, diré que la “obsolescencia programada” es el acortamiento intencionado que hacen los fabricantes de la vida útil de sus productos.

Este concepto de la “obsolescencia”, que puede sonar un poco a chino, es algo con lo que llevamos conviviendo desde hace mucho, mucho tiempo.

Recuerdo con nostalgia los tiempos aquellos en los que las cosas duraban años y años ¿se acuerda? ¿Quién no ha tenido por casa alguna de esas viejas teles de tubo que acabó tirando a la basura, más por temas de estética que porque el aparato hubiera fallado? Seguro que sí, yo también tuve una de esas.

Y mil cosas más que podría yo nombrar, y es que aunque los fabricantes se empeñen en negarlo lo cierto es que las evidencias son abrumadoras.

Cada vez las cosas duran menos, compras una lavadora, una tele, un… “Lo que sea” y ¡zas! en menos que canta un gallo el producto en cuestión se ha estropeado como por arte de magia y toca ir a comprar otro.

Parece ser que este concepto nació a mediados del siglo pasado. En un siglo tan convulso como fue el siglo XX, lleno de crisis económicas y de guerras, los fabricantes de bombillas, sí amigo, curiosamente fue con un producto tan humilde como nuestra querida bombilla donde empezó a surgir esta idea, se dieron cuenta de que si sus bombillas duraban menos la gente compraría más.

Por lo tanto, empezaron a acortar deliberadamente la vida útil de sus bombillas para asegurarse de que las ventas del producto no iban a decaer, así, si a principios del siglo XX la vida media de una bombilla podía alcanzar tranquilamente las 2500 horas de duración, acabaron adaptándola para que alcanzara a mediados de siglo ¡tan sólo las 1000 horas útiles!… espeluznante.

Me gustaría pensar que no todos los que apoyaron estas prácticas lo hicieron con el afán egoísta de enriquecerse, imagino que muchas de esas mentes que fraguaron esta idea lo hicieron con la intención de activar una economía debilitada. Y la verdad es que lo consiguieron.

La economía indudablemente se activó, y lo cierto es que en los países del primer mundo hemos estado disfrutando de esta sociedad del bienestar hasta ahora.

Lástima que esta brillante idea, que quizás lo fue durante un tiempo de brillante, se haya vuelto contra nosotros.

Este modelo económico que nos hace víctimas de un consumismo enfermizo y que nos obliga a comprar y desechar y comprar de nuevo, cosas que la mayoría de las veces no nos hacen falta, está haciendo que llenemos el mundo literalmente de basura.

¿No se ha preguntado nunca donde va a parar toda esa tecnología desechada? Y lo que no es tecnología también… Pues al basurero del mundo, me estoy refiriendo al 3º mundo. Países como Ghana, entre otros, acogen los detritus generados por nuestro estilo de vida, es tremendo ver las imágenes de gente que vive entre montañas y montañas de basura.

Esto tiene que cambiar porque sino acabaremos mal.

¿Y qué se puede hacer? Espero que se esté preguntando; obviamente cambiar de la noche a la mañana es difícil, pero todos podemos hacer algo en mayor o menor medida.

Por ejemplo, en temas tecnológicos, una buena manera sería la de intentar alargar la vida de sus aparatos electrónicos dándoles el mantenimiento adecuado y reparándolos siempre que sea posible.

En ProdeX estamos seriamente preocupados por todos estos temas por eso ponemos a su disposición nuestro plan de mantenimiento hardware para empresas que adecuamos a todos los bolsillos y necesidades.

Y cuando toque renovar hardware (o lo que sea), pues los avances científicos y técnicos hacen que sea necesario modernizarnos a veces, confíe al menos en empresas que apoyen medidas sostenibles y abogue por aquellas marcas que ofrezcan una mayor durabilidad.

Y sobre todo, y como consejo final, alce la voz siempre que pueda, seguir la corriente no siempre es bueno.

Para aquellos que quieran aportar sus ideas de cómo luchar contra la obsolescencia programada o para los curiosos que se hayan quedado con la duda de que es lo que hice al final con mi teléfono :-P… dejamos abierto el blog de ProdeX para recibir sus comentarios. Que son siempre bienvenidos.

Hasta la próxima cita…  :-)

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