PAGOS POR MEDIOS ELECTRÓNICOS: «NO LLEVO UN CHAVO… ¡Y YA NO ME HACE FALTA!»

Pagos_por_medios_electronicosHace unos días, al poco de llegar a las oficinas de la empresa en la que trabajo, me acerqué a la salita donde tenemos la máquina de cafés. La sala tiene lo mismo que la de cualquier otra empresa, nada especial. Me planté frente a la máquina, inserté la tarjeta prepago en el lugar adecuado y ésta mostró en el display (la pantallita) mi saldo disponible… No llegaba ni para pipas. Me rasqué los bolsillos en busca de monedas con la que recargarla, pero no encontré nada. Entonces me salió del alma un “¡Vaya! No llevo un chavo”, y me volví a mi sitio sin el tan necesitado café. Empezaba mal la mañana.

Más tarde recordé haber leído en los medios de comunicación una noticia de esas que hacen que podamos clasificar a sus protagonistas de diferenciadores. Esos protagonistas son los miembros del Gobierno de Dinamarca y, por extensión, a los habitantes de ese país.

Y son diferenciadores porque, en un mundo tan gobernado por el dinero como es este en el que vivimos, ellos han propuesto que algunos comercios, como las gasolineras y otros, no estén obligados a aceptar pagos en efectivo, sino que podrán aceptar únicamente pagos por medios electrónicos, léase tarjetas de crédito o débito, por el teléfono móvil y demás. Es decir, que podríamos ir a llenar el depósito y a la hora de pagar no nos aceptarían ni monedas ni billetes.

Esta medida no es un capricho. Al parecer, en aquellas tierras el pago con tarjeta está mucho más extendido que por estos lares, tanto que se hablaba de que allí sólo el 25{5742b62959de77023a09cde31a66636cbaff430a4e486e4d6d7e1e0ccaf2d1da} de las pequeñas transacciones se realizan con dinero en efectivo. Y a algunos les ha parecido que tener en la tienda una caja registradora con dinero en efectivo y tener que dar el cambio es algo que empieza a causar más molestias que otra cosa, o mejor dicho, que beneficios, ya que estamos hablando de negocios.

En un repaso rápido podemos enumerar algunos inconvenientes de negociar con dinero líquido:

  • Necesitamos tener un lugar donde guardarlo, como una caja registradora.
  • Nos pueden “colar” billetes falsos, o monedas de otros países parecidas a las nuestras pero con valor al cambio muy inferior, que no será la primera vez…
  • Siempre debemos preocuparnos de tener cambio suficiente en monedas y billetes pequeños.
  • Al final del día (o cuando sea) hay que cuadrar la caja.
  • También hay que coger todo ese dinero y llevarlo al banco (o a casa), con riesgo de asalto por el camino.
  • Pueden entrar a robárnoslo, con el consiguiente riesgo de agresión y/o destrozos en el local.
  • Puede haber empleados (y jefes) poco honrados que pispen una parte.

Si nos sumáramos a la medida y decidiéramos no aceptar pagos en metálico, substituyendo la caja registradora por el datáfono (que muy probablemente ya tendremos), todos esos inconvenientes desaparecerían, aunque aparecerían otros:

  • No podríamos vender nada si el datáfono o la línea de comunicación con el banco no funcionasen. Esto no suele depender de nosotros, por lo que el nivel de nerviosismo puede crecer mucho si una avería se alarga en el tiempo.
  • Podríamos juntarnos con varios datáfonos, cada uno de un sistema de pago diferente. Esto ya sucede aquí: Yo he visto comercios con hasta tres distintos.
  • Todas las ventas quedarían registradas en el banco, que se convertiría en el Gran Hermano vigilante de nuestra facturación diaria. Algunos pueden entender esto como un inconveniente…
  • Como compradores, todas las compras quedarían reflejadas en nuestro extracto bancario, con lo que se complicarían mucho cosas como engañar a la pareja, o hacerle un regalo sorpresa, por ejemplo.
  • Se perdería la privacidad, ya que toda compra sería rastreable. Incluso se podría conocer la ubicación física de cada uno siguiendo el “rastro” de sus compras.
  • Si la medida se generalizase, la dependencia del buen funcionamiento de la tecnología sería total. Posible, aunque improbable, un fallo en el sistema informático de los bancos podría impedir que se pudiera realizar ni una sola venta en todo el país, y esto provocaría un caos terrible… o también podría declararse fiesta nacional mientras lo solucionan.

Por el contrario, algunas de las ventajas podrían ser estas:

  • Para empezar, en el mostrador de nuestro comercio ganaríamos espacio al poder deshacernos por fin de ese molesto mamotreto que es la caja registradora.
  • Como se ha comentado antes, la seguridad en los propios comercios aumentaría al no tener ya el reclamo del dinero más o menos fácil. Apuesto a que algunos comerciantes también se desharían de las alarmas.
  • Para saber cuánto hemos ganado al día ya no necesitaríamos hacer el arqueo de caja. Incluso lo podría hacer el banco por nosotros.Seguro que se inventarían una miríada de servicios alrededor de esto.
  • Precisamente como todas las ventas pasan por las pasarelas de pago de los bancos, se ganaría en seguridad, aunque sin llegar ésta a ser perfecta. Esto enlaza con los principios clave de la seguridad en el comercio electrónico, a saber: Confidencialidad de las operaciones, autentificación de los participantes (comprador y vendedor), integridad de la información transmitida y no repudio por parte de ninguno de los dos (comprador y vendedor).
  • Como compradores nos evitaríamos tener que trajinar para arriba y para abajo con carteras y monederos. Con un simple y reducido tarjetero tendríamos de sobras, y todos ganaríamos en comodidad. Los carteristas se verían obligados a afinar más, y los fabricantes de bolsos perderían parte de su negocio…

Según dicen, la medida permite eliminar molestias y aporta más ventajas que inconvenientes.

Muchas de las personas entrevistadas en la calle, allí en Dinamarca, se mostraban muy a favor, si no entusiasmadas. Argumentaban además que, entre otras cosas, los comercios ganarían en honradez, por aquello de no poder ocultar ventas a los bancos y, por ende, al fisco. Y es que Hacienda siempre está detrás de todo, ¿verdad?… Visto así, ésta se podía considerar una medida antifraude más, siempre teniendo en cuenta que quienes más pueden defraudar son los que más tienen, y no tanto los que realizan operaciones diarias de importes pequeños.

Con una cosa así, los cambios sociales serían muchos, y es fácil imaginar multitud de situaciones cotidianas que se verían alteradas. Por ejemplo, me pregunto si desaparecerían los mendigos, o si éstos también tendrían su propio datafono, como en la película “El chico de oro”, protagonizada por Eddy Murphy. ¿Se verían obligadas estas personas a tener una cuenta bancaria? No sé, me suena raro…

Llevado al extremo, hay quien dice que incluso el dinero de plástico está condenado a una muerte más próxima que lejana. En los últimos tiempos han aparecido novedosos métodos de pago que pretenden substituir a esas tarjetas a las que tanto nos habíamos acostumbrado.

Por ejemplo, en algunos lugares ya es posible pagar determinados productos y servicios con el teléfono móvil, ya que prácticamente todo el mundo tiene uno, por lo menos. También vi en un diario hace pocas semanas una pulsera que llevaba el escudo de un equipo de fútbol (no viene a cuento cual) e incrustado debajo un chip idéntico al de las recientes tarjetas contactless. Es decir, que han convertido una tarjeta de crédito en una (muy mona) pulsera, y para pagar únicamente hay que hacer un discreto y fino paseo de la muñeca por encima del datafono, como si de un Jedi se tratase… Incluso creo que hay prototipos de anillos con chip, con la misma función.

Visto esto, pronto no sólo no necesitaremos cartera o monedero, sino ni siquiera tarjetero. A este paso, cualquier día nos inyectarán al nacer un chip subcutáneo en el cogote que no sólo hará de DNI, pasaporte y tarjeta sanitaria (todas: la del CAP, la de la Comunidad Autónoma, la de la Seguridad Social y la Europea), sino que también incorporará tarjeta de débito y de crédito, nuestro currículum, el teléfono, un GPS, la tarjeta del Metro y, por qué no, hasta el carnet de la biblioteca y la llave electrónica del coche…

Entonces las monedas y los billetes pasarían ser parte de nuestros recuerdos y, finalmente, de la Historia. Y podríamos decir aquello de “No llevo un chavo”, solo que esta vez no nos haría falta.

Como siempre, en Prodex estaremos atentos a todos estos cambios, para ofrecerte la mejor solución y el mejor asesoramiento en la gestión de tu negocio.